lunes, 26 de noviembre de 2007

INFINITO Marta Izcue Lasheras
Se utiliza la palabra infinito para denotar algo muy grande, ilimitado, o imposible de contar. Pero el infinito va más allá de lo «muy grande» y de la posibilidad humana (temporal) de contar. La noción de infinito como idea de algo ilimitado o inalcanzable, ha sido una fuente de confusión a través de la historia. Perturbó a los antiguos griegos, quienes trataron inútilmente de comprenderlo sometiendo el infinito a la intuición del sentido común, la cual, estaba inspirada en un mundo finito y, generalmente, los condujo a conclusiones contradictorias y paradójicas.
Para Platón el infinito era apeiron, el caos, el infinito carecía de medida.
La idea del infinito también fue rechazada por Aristóteles. Kant, en el siglo XIX, coincidía con Aristóteles al señalar que el límite absoluto es imposible en la experiencia, es decir, nunca podemos llegar al infinito.
Cuando pensamos en infinito, nos viene a la mente algo extenso, inconcebible, pero no hay que olvidar que lo infinitamente pequeño despierta las mismas paradojas que lo infinitamente grande.
También, podemos considerar que el concepto de infinito viene ligado al concepto de continuidad, a algo permanente.
Tras reflexionar sobre esto, decidí relacionar el infinito con la idea de límite, o no límite, del apocalipsis. Es decir, crear un espacio cuyo aspecto sea el de algo indefinido, que no se perciba su principio,…su fin. Que se establezca una interrelación entre terreno-edificio-cielo, el edificio en el terreno y el terreno en el edificio; que no sepas si te encuentras fuera, o…si estás dentro.
Para apoyar esta idea, los cerramientos serían de cristal, concibiéndolo como un límite físico, pero no visual.
(la maqueta definitiva es la segunda)

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