martes, 12 de febrero de 2008

Círculo de lectores, Virginia Fernández Alonso


Hace unos años, haciendo zapping en esa extraña franja horaria en la que cultura, telepromoción y pornografía comparten parrilla, me puse a ver una película en la dos. La cosa en principio pintaba mal, una casi tan inexpresiva como guapísima Inés Sastre mostraba más cacha que dotes interpretativas en lo que parecía ser una puritita novela rosa. Aquel horror, que resultaba bastante existencialista de modo aparentemente accidental, fue desvelándose como un experimento metacinematográfico, una secuencia de cortometrajes en los que los actores protagonistas iban cambiando (por otros más dotados como Sophie Marceau y John Malkovich) y el guión se perfeccionaba progresivamente conforme avanzaba la historia. Era el drama del creador sufriendo el parto doloroso de una idea, que asoma la cabeza pero parece no querer salir. Al final el director (o el equipo) se salía con la suya, la trama, la banda sonora, las localizaciones, cada vez más perfectas seguían in crescendo dando lugar a un producto enigmático, “re-velado”.
Esto resulta bastante esperanzador cuando una se encuentra como en una canción del verano con un proyecto entre manos “un pasito “pa’lante, un pasito (o tres o cuatro) pa’tras”, porque digo yo, que si un creador capacitado, con experiencia, como aparentemente era el de esta película, tras esa angustia creativa y llega a buen puerto, nosotros, que nos ponemos nuestro listón, supongo que siempre un poco por encima de nuestras posibilidades, pero tomando estas como referencia, podremos llegar también a un producto que satisfaga nuestras expectativas, después de errar unas cuantas veces.
Con ese horizonte ante mí, creo haber encontrado a mis Malcovich y Marceau (estos eran protagonistas del tramo intermedio, luego venían otros aún mejores, si cabe), ahora sólo me queda definir las localizaciones, la trama, la banda sonora, qué se van a decir entre ellos…, nada, un par de flecos.
En principio tengo una coartada formal en la fragmentación, que se relaciona en tres escalas con los usos, un espacio más o menos unitario, de uso flexible como condensador social, alojado en un gran muro o zócalo o quizás una combinación de ambos, bueno, un objeto monolítico, escultórico o esculpido, a gran escala en la zona de acceso separado del resto del programa por una grieta de agua. Esa parte restante del programa, serán las zonas de intimidad, de silencio y creación individual (si es que esto es posible): la biblioteca, que está fragmentada a una escala mayor, en la que será transcendente el acceso de luz y la permeabilidad visual entre espacios, y los espacios de residencia , como fragmentos menores condicionados por la relación con el exterior y la existente entre aquellas funciones más prosaicas como el descanso y la higiene personal , y las más elevadas, creación y meditación.
Tengo una intuición formal y también unas superficies aproximadas de estos sectores, así como un esquema de distribución y funcionamiento de las partes, pero tras las últimas reconsideraciones, se imponen algunos cambios. Parece que se me echa el tiempo encima para superar el meridiano de mi película, pero espero, que sea la inspiración y no la entrega la que, cuando llegue, me encuentre trabajando.

1 comentario:

Proyectos ii t3A | Composición II [ie universidad]. Prof. Maria de la O del Santo dijo...

Algo de lo que cuentas me recuerda la historia de Wright y su Romeo&Julieta en la granja de su familia en Wisconsin. MO