
Hacer música y arquitectura es crear, engendrar ambientes que envuelvan sonora o visualmente. El arte de crear música y arquitectura. Ambas se compenetran: la música permite la construcción del espacio por donde transcurrir y la arquitectura congela dicho espacio. Son artes envolventes, ya que deben ser habitadas pero... ¿qué es el arte? Podríamos definirlo como un sistema capaz de organizar sensaciones. Es decir: “orden de sensaciones”. ¿Y ese orden? ¿Qué herramientas nos permiten dar orden? En el campo de la música la armonía, y en la arquitectura la geometría. Y ahora falta la última pieza de mi rompecabezas: ¿qué sensaciones se manifiestan? En este punto es donde entran en juego mi palabra “agobio” y su opuesta “alivio”. Estas dos representan dos extremos que se unen mediante un “cambio armonioso y geométrico”.

La propuesta gira en torno al ámbito teatral, de ahí que el camino se muestra como un ascenso emocional hacia la parte trasera del teatro Juan Bravo donde se situará el pabellón de actino- architecturing. Dicho pabellón se manifestará como un “pabellón- parásito” del teatro Juan Bravo, destinado a actuaciones teatrales. Será desmontable y lo denominaremos parásito y no simbiótico porque le robará el protagonismo al teatro el tiempo que permanezca ubicado. En cuanto al pabellón- agobio se sitúa junto al arco de la muralla, cerca del punto de origen de la senda y que actúa como “preludio”.
Luis Carpio Sánchez
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